Johann Gregor Mendel
Nació el 22 de julio de 1822 en Austria, en Heizendorf (hoy Hyncice,
perteneciente a la República Checa).
Su verdadero nombre fue Johan, pero el 9 de octubre de 1843 al ingresar
como novicio al convento de Brünn (Brno), adoptó el de Johann. Luego de tres años,
al finalizar estudios en teología, fue ordenado el 6 de agosto de 1847.
De contextura enfermiza y carácter retraído, fue inducido por su
superior en el campo de la pedagogía.
Fue profesor suplente en la Escuela Superior de Znaim, con excelente
aceptación entre la población estudiantil.
En 1851 ingresó a la Universidad de Viena, en donde estudió historia,
botánica, física, química y matemáticas.
Mendel estudió la herencia de las abejas y coleccionó reinas de todas
las razas, con las que realizaba distintos cruces. En 1857 comenzó a realizar
experimentos sobre la hibridación de plantas, los que duraron hasta 1864.
Sus principales experimentos, llevados a cabo sobre más de 28.000
plantas de distintas variantes del guisante (arveja) oloroso, le llevaron a
establecer sus leyes.
En 1866 publicó su lección sobre la regularidad matemática de los
fenómenos de la herencia.
Este trabajo publicado con el nombre de Investigaciones sobre
híbridos vegetales, pasó inadvertido durante 35 años, hasta que en 1900 fue
redescubierto al mismo tiempo por tres investigadores: Hugo de Vries, Karl
Erich Correns y Erich von Tshermack. Johann Gregor Mendel murió el 6 de enero
de 1884 de una afección renal y cardíaca.
Sus trabajos
Durante varios siglos la gente creyó que existía la “herencia de la
sangre”. Se pensaba que el aporte hereditario del sexo masculino iba en
el semen, considerado como sangre muy purificada; en cambio, la contribución
del sexo femenino estaba en una sangre menos pura que podía ser observar en el
flujo menstrual de la mujer.
Para el pensamiento de esos tiempos, la “sangre” o los rasgos
hereditarios de ambos progenitores se mezclaban en la descendencia, como se
mezclan los colores de dos líquidos teñidos diferentemente al vaciarlos en un
mismo depósito. El resultado es un producto que presenta las características
intermedias de los elementos que intervienen en la mixtura.En la segunda mitad del siglo XIX, un monje austriaco, Gregorio
Mendel (1822-1884), concibió la idea de que las características
hereditarias están representadas, en los gametos, por unidades o partículas
elementales independientes que conservan íntegras su individualidad y sus
propiedades a través de las generaciones.
En otras palabras, lo que se trasmite de padres a hijos –según Mendel–
no son los rasgos incorporados a la "sangre" de los progenitores,
sino ciertos corpúsculos materiales que, llevados por los gametos, conducen al
desarrollo de cualidades definidas en el organismo generado por la unión de
esos gametos.
La genética clásica tuvo su origen en la segunda mitad de] siglo XIX,
cuando Gregorio Mendel dio a conocer el resultado de sus ocho años de investigaciones
realizadas en el jardín de un convento de Brünn, localidad austriaca que hoy
pertenece a Checoslovaquia.
Sus trabajos fueron publicados en 1865 en una revista de poca
circulación, y no tuvieron resonancia entre los naturalistas de su tiempo. Hacia
1900, tres botánicos –Karl Correns, Erich Tschermak y Hugo De Vries– abordaron,
independientemente, el problema de la herencia en los vegetales, llegando a los
mismos resultados que Mendel.
Al recopilar antecedentes sobre la materia investigada, estos
científicos encontraron la publicación de Mendel y, con toda honradez,
proclamaron su reconocimiento al hombre que los había precedido en el
descubrimiento de los principios básicos
de la herencia.
Algunos de los experimentos de Mendel habían sido efectuados
anteriormente, pero sin éxito.
Uno de sus aciertos fue la elección del material biológico: variedades
de arveja (Pisum sativum). Es una planta fácil de cultivar y,
como se desarrolla rápidamente, puede producir numerosas generaciones en poco
tiempo. Sus múltiples variedades difieren claramente en uno o más rasgos y, al
ser cruzadas entre sí, generan una descendencia fértil, lo que hace posible
continuar la experimentación por tiempo ilimitado. Además, la estructura
de la flor facilita la autofecundación y así se pueden conservar variedades
puras cuyos caracteres son fácilmente identificables.
El éxito obtenido por Mendel se debió también, en gran parte, a las
innovaciones que introdujo en los procedimientos utilizados por sus
predecesores. Primero, centró sus investigaciones iniciales en un rasgo
solamente y no, como se había hecho hasta entonces, en complejas combinaciones
de características que incluían tamaño, forma, color y otras cualidades.
En segundo lugar, Mendel buscó la manera de conseguir una descendencia lo más
numerosa posible. Con tal fin, cruzó muchos pares de progenitores similares,
sumó los descendientes de tales cruces y consideró el resultado total como una
gran familia generada por una sola pareja.
Por último, Mendel aplicó las matemáticas para analizar los resultados
de sus cruzamientos y fue esta innovación la que contribuyó, de manera
especial, a dilucidar el problema de la trasmisión hereditaria.
Antes de iniciar sus experimentos, Mendel seleccionó las variedades de
arveja que utilizaría en su investigación, eligiendo solamente las que diferían
de las demás en una o más características, fáciles de comparar.
Por ejemplo, una variedad en la cual todos los individuos eran altos
(1,50 - 1,80 m), y otra en la que eran enanos (0,40 - 0,60 m); una variedad con
semillas de superficie lisa, y otra con semillas de superficie arrugada; una
variedad cuyas semillas tenías cotiledones verdes, y otra en la que eran
amarillos; una variedad con las flores distribuidas a lo largo del tallo
(posición axilar), y otra con las flores concentradas en el extremo del tallo
(posición terminal); etcétera.
Una vez elegido el material para sus experimentos, Mendel se aseguró de que
las plantas fuesen “puras” con respecto al rasgo que deseaba estudiar.
Para esto permitió que cada una de las variedades se fecundara a sí
misma durante varias generaciones sucesivas, hasta tener la certeza de que
todos los individuos -progenitores y descendientes- mostraban exclusivamente el
rasgo propio de la variedad, señal de que la planta era de línea pura.La relación que existe entre genética, biología y evolución es que el
estudio de la genética permite explicar los acontecimientos que fijan los
caracteres en una población, que de acuerdo a su interacción con el medio
(biología) permiten que esta se mantenga en el tiempo o se le obligue a
evolucionar para permanecer en el tiempo (evolución).
La diferencia principal radica en que la genética clásica explica la
herencia de genes de individuos (generaciones de padres a hijos) y la genética
de poblaciones explica que la evolución no ocurre a nivel de genes ni
individuos sino que a nivel de poblaciones biológicas que contienen un pool o
patrimonio genético.
Esto quiere decir que mientras la primera explica las variaciones entre
los individuos que provienen de sus progenitores, la segunda explica las
variaciones que se producen a nivel genético que llevan a la evolución en un
pool.
Fuentes Internet: