martes, 30 de abril de 2013

Mendel



Johann Gregor Mendel





Nació el 22 de julio de 1822 en Austria, en Heizendorf (hoy Hyncice, perteneciente a la República Checa).
Su verdadero nombre fue Johan, pero el 9 de octubre de 1843 al ingresar como novicio al convento de Brünn (Brno), adoptó el de Johann. Luego de tres años, al finalizar estudios en teología, fue ordenado el 6 de agosto de 1847.
De contextura enfermiza y carácter retraído, fue inducido por su superior en el campo de la pedagogía.
Fue profesor suplente en la Escuela Superior de Znaim, con excelente aceptación entre la población estudiantil.
En 1851 ingresó a la Universidad de Viena, en donde estudió historia, botánica, física, química y matemáticas.
Mendel estudió la herencia de las abejas y coleccionó reinas de todas las razas, con las que realizaba distintos cruces. En 1857 comenzó a realizar experimentos sobre la hibridación de plantas, los que duraron hasta 1864.

Sus principales experimentos, llevados a cabo sobre más de 28.000 plantas de distintas variantes del guisante (arveja) oloroso, le llevaron a establecer sus leyes.
En 1866 publicó su lección sobre la regularidad matemática de los fenómenos de la herencia.
Este trabajo publicado con el nombre de Investigaciones sobre híbridos vegetales, pasó inadvertido durante 35 años, hasta que en 1900 fue redescubierto al mismo tiempo por tres investigadores: Hugo de Vries, Karl Erich Correns y Erich von Tshermack. Johann Gregor Mendel murió el 6 de enero de 1884 de una afección renal y cardíaca.

Sus trabajos


Durante varios siglos la gente creyó que existía la “herencia de la sangre”.  Se pensaba que el aporte hereditario del sexo masculino iba en el semen, considerado como sangre muy purificada; en cambio, la contribución del sexo femenino estaba en una sangre menos pura que podía ser observar en el flujo menstrual de la mujer.
Para el pensamiento de esos tiempos, la “sangre” o los rasgos hereditarios de ambos progenitores se mezclaban en la descendencia, como se mezclan los colores de dos líquidos teñidos diferentemente al vaciarlos en un mismo depósito. El resultado es un producto que presenta las características intermedias de los elementos que intervienen en la mixtura.En la segunda mitad del siglo XIX, un monje austriaco, Gregorio Mendel (1822-1884), concibió la idea de que las características hereditarias están representadas, en los gametos, por unidades o partículas elementales independientes que conservan íntegras su individualidad y sus propiedades a través de las generaciones.
En otras palabras, lo que se trasmite de padres a hijos –según Mendel– no son los rasgos incorporados a la "sangre" de los progenitores, sino ciertos corpúsculos materiales que, llevados por los gametos, conducen al desarrollo de cualidades definidas en el organismo generado por la unión de esos gametos.
La genética clásica tuvo su origen en la segunda mitad de] siglo XIX, cuando Gregorio Mendel dio a conocer el resultado de sus ocho años de investigaciones realizadas en el jardín de un convento de Brünn, localidad austriaca que hoy pertenece a Checoslovaquia.
Sus trabajos fueron publicados en 1865 en una revista de poca circulación, y no tuvieron resonancia entre los naturalistas de su tiempo. Hacia 1900, tres botánicos –Karl Correns, Erich Tschermak y Hugo De Vries– abordaron, independientemente, el problema de la herencia en los vegetales, llegando a los mismos resultados que Mendel.


Al recopilar antecedentes sobre la materia investigada, estos científicos encontraron la publicación de Mendel y, con toda honradez, proclamaron su reconocimiento al hombre que los había precedido en el descubrimiento de los principios básicos de la herencia.
Algunos de los experimentos de Mendel habían sido efectuados anteriormente, pero sin éxito.
Uno de sus aciertos fue la elección del material biológico: variedades de arveja (Pisum sativum). Es una planta fácil de cultivar y, como se desarrolla rápidamente, puede producir numerosas generaciones en poco tiempo. Sus múltiples variedades difieren claramente en uno o más rasgos y, al ser cruzadas entre sí, generan una descendencia fértil, lo que hace posible continuar la experimentación por tiempo ilimitado.  Además, la estructura de la flor facilita la autofecundación y así se pueden conservar variedades puras cuyos caracteres son fácilmente identificables.
El éxito obtenido por Mendel se debió también, en gran parte, a las innovaciones que introdujo en los procedimientos utilizados por sus predecesores. Primero, centró sus investigaciones iniciales en un rasgo solamente y no, como se había hecho hasta entonces, en complejas combinaciones de características que incluían tamaño, forma, color y otras cualidades.

En segundo lugar, Mendel buscó la manera de conseguir una descendencia lo más numerosa posible. Con tal fin, cruzó muchos pares de progenitores similares, sumó los descendientes de tales cruces y consideró el resultado total como una gran familia generada por una sola pareja.

Por último, Mendel aplicó las matemáticas para analizar los resultados de sus cruzamientos y fue esta innovación la que contribuyó, de manera especial, a dilucidar el problema de la trasmisión hereditaria.
Antes de iniciar sus experimentos, Mendel seleccionó las variedades de arveja que utilizaría en su investigación, eligiendo solamente las que diferían de las demás en una o más características, fáciles de comparar.
Por ejemplo, una variedad en la cual todos los individuos eran altos (1,50 - 1,80 m), y otra en la que eran enanos (0,40 - 0,60 m); una variedad con semillas de superficie lisa, y otra con semillas de superficie arrugada; una variedad cuyas semillas tenías cotiledones verdes, y otra en la que eran amarillos; una variedad con las flores distribuidas a lo largo del tallo (posición axilar), y otra con las flores concentradas en el extremo del tallo (posición terminal); etcétera.
Una vez elegido el material para sus experimentos, Mendel se aseguró de que las plantas fuesen “puras” con respecto al rasgo que deseaba estudiar.
Para esto permitió que cada una de las variedades se fecundara a sí misma durante varias generaciones sucesivas, hasta tener la certeza de que todos los individuos -progenitores y descendientes- mostraban exclusivamente el rasgo propio de la variedad, señal de que la planta era de línea pura.La relación que existe entre genética, biología y evolución es que el estudio de la genética permite explicar los acontecimientos que fijan los caracteres en una población, que de acuerdo a su interacción con el medio (biología) permiten que esta se mantenga en el tiempo o se le obligue a evolucionar para permanecer en el tiempo (evolución).
La diferencia principal radica en que la genética clásica explica la herencia de genes de individuos (generaciones de padres a hijos) y la genética de poblaciones explica que la evolución no ocurre a nivel de genes ni individuos sino que a nivel de poblaciones biológicas que contienen un pool o patrimonio genético.
Esto quiere decir que mientras la primera explica las variaciones entre los individuos que provienen de sus progenitores, la segunda explica las variaciones que se producen a nivel genético que llevan a la evolución en un pool.

Fuentes Internet:

Es propiedad: www.profesorenlinea.cl

domingo, 7 de abril de 2013